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Una elevación muy por encima de lo común
Asociación de Moderación Cooperativa para Jóvenes y Mayores
Salón de Asambleas del Barrio Catorce, Salt Lake City, Territorio de Utah
11 de octubre de 1872
Los santos de Dios no pueden ser edificados sino por el Espíritu de Dios. Hemos logrado elevarnos tan por encima de las cotidianidades de la vida, que no hay nada que edifique a los santos sino las revelaciones de los cielos, al ser sus aspiraciones mucho más altas. Me agradó un comentario en el acta de una hermana que dijo que es una ardua empresa11. Es ardua, y si continúan llegarán mucho más alto que aquellos que eligen el camino fácil. ¡Cuánto más satisfactorio será si podemos mirar atrás, a los años pasados, habiendo hecho lo que Dios requirió de nosotras! Puede que quienes siguen un curso contrario al que han tomado las señoritas parezcan divertirse por un breve momento, pero no saben lo que es probar la felicidad verdadera. No es más que la gratificación de las más bajas capacidades de la mente; las emociones más elevadas emanan de Dios. Me interesan mis jóvenes hermanas; ellas han tomado un rumbo que las elevará, las preparará y las purificará para estar en presencia de diosas en la eternidad.
Esta vida está llena de dificultades. Entonces, ¿por qué habríamos de enfocarlo todo en lo que se desvanece y desaparecerá? Mis jóvenes hermanas, no se enfríen, sino prepárense activamente para ser de alguna utilidad en el Reino de Dios. Algunas parecen pensar que no viven para nada que no sea su propia gratificación. Nuestra religión no es una fábula; es una realidad. Y si la vivimos de manera que tengamos el Espíritu de Dios en nuestro corazón, no importa lo que tengamos que pasar, Dios está con nosotras para darnos consuelo y fortaleza. A veces pienso que todas debemos mirar hacia arriba, pero para las mujeres parece natural mirar a los lados. Eso no es suficiente. Mis jóvenes hermanas que se reúnen y tienen el Espíritu de Dios en su corazón tienen una pequeña muestra de lo que es la felicidad eterna.
La sabiduría humana nunca puede transmitir el espíritu y la inteligencia que ellas poseen12. Podemos hablar con alguien por horas, pero ni aun así podremos iluminar su entendimiento con palabras. Si tenemos la influencia de Dios para penetrar su corazón, eso les mostrará la diferencia que hay entre las cosas de Dios y las cosas del mundo. Es necesario que las jóvenes se reúnan y practiquen su religión; es de tanta utilidad para ellas como para cualquiera. Debemos considerarnos seres inmortales y vivir para la inmortalidad. Debemos mejorar cada oportunidad de atesorar conocimiento y todo lo que tienda a iluminar nuestro entendimiento y hacernos útiles, pero no para engrandecernos. Hemos de vivir para los demás; al hacerlo, nos beneficiamos a nosotras mismas. La persona que hace el mayor bien, es la más feliz. Cuando era niña, tuve la bendición de darme cuenta de las ventajas y la superioridad de hacer lo bueno para ser útil. Dediqué los primeros años de mi vida a estudiar. ¡Cuánto me aflige la pérdida de tiempo y de energías físicas de algunas jóvenes que se entregan a la diversión en lugar de al estudio!13. No es que yo deseche la diversión, pero no hago una prioridad de ello. En ese caso deja de ser diversión.
Me sentí muy complacida con la conferencia. Al hablar de las personas que viven muy por debajo de sus privilegios, el presidente Young ha dicho hasta en tres ocasiones: “Aun de entre este pueblo, el Señor llamará a un pueblo que hará Su voluntad”. Me he preguntado cómo, cuándo y a quién se hará este llamado. En sus palabras un día durante la conferencia, el presidente Young habló de establecer una colonia formada por aquellos que confíen lo suficiente los unos en los otros como para unirse en una alianza eterna14. Aquellos que no pueden ver el orden de Enoc pensarán que es un arrebato de los hermanos. Mi corazón se regocija al ver que Dios está obrando entre nosotros, ¿y quiénes están preparados para ser parte de ello? Aquellos que se han sujetado a toda la ley. Cuando nos examinemos a nosotros mismos veremos las debilidades de la carne.
Agradezco a Dios por poder relacionarme con buenas hermanas. Sé que muchas de ellas piensan en algo más que en la grandeza del hombre y las riquezas terrenales; sé que ustedes aman y buscan las cosas de Dios. Hagámoslo con todo nuestro corazón. Sugiero que pongamos sobre la mesa temas que nos mejorarán y nos beneficiarán como hijas del Altísimo. Dejemos de lado aquellas cosas que son ajenas a nosotras. No quiero que piensen que los ejercicios espirituales van a perfeccionarnos. No lo harán por sí solos. Nos congregamos para renovar energías que nos ayuden en las tareas de la vida. Para los seres mortales resulta difícil seguir un curso constante, dedicar a cada tarea la porción de tiempo que le corresponde.
Queremos estudiar, reflexionar, orar, hablar, cantar, asistir a reuniones, tomar la Santa Cena, buscar al pobre y al necesitado y a quienes están perdiendo la luz de la eternidad en su pecho. No creo en seguir el curso que está tomando el mundo sectario, esto es, ocuparse de los paganos y descuidar sus deberes en el hogar15. No se olviden de quienes están cerca para ir en pos de quienes están lejos de nosotros. Nuestras obras a favor del avance del Reino de Dios no serán en vano; de cierto tendrán su recompensa. Podemos trabajar por otras cosas, y estas perecerán como la hierba. Quisiera exhortar a las ancianas a utilizar su influencia en las jóvenes para tratar de despertar en ellas el interés en las cuestiones académicas. Deseamos ser buenas amas de casa. Nuestras jovencitas deben aprender oficios y obtener todo el conocimiento que puedan de los libros. Pero el conocimiento perfecto de las tareas del hogar es la base de una dama completamente realizada. Esto constituye el fundamento sobre el cual pueden acumular una gran cantidad de logros más finos sin que estos se tambaleen. Pero los ornamentos no son útiles si carecemos de otros conocimientos. Para llegar a ser reinas y sacerdotisas, debemos ser mujeres emprendedoras16. Estamos poniendo los cimientos del Reino de Dios, y es nuestro deber moldear el carácter de esta generación. No queremos ser ignorantes con respecto a los principios del Evangelio ni a ningún aspecto de la educación que nos eleve para el campo de acción. Esperamos que en el cielo haya un orden más alto y más perfecto y libre de las debilidades y la impureza de la carne.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]Cuando iba a Washington, Territorio de Utah, se dice que Young se retiraba a dormir mientras las mujeres se quedaban toda la noche cocinando. (Robert Glass Cleland y Juanita Brooks, editores, A Mormon Chronicle: The Diaries of John D. Lee, 1848–1876, 2 tomos, Salt Lake City: University of Utah Press, 1983, tomo II, pág. 114).
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[2]Brigham Young, “Remarks”, Deseret News Weekly, 24 de noviembre de 1869.
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[3]Aunque fue Horne quien recibió la asignación formal, Snow desempeñó una importante función de apoyo. Horne expresó inquietud en cuanto a su capacidad para asumir la responsabilidad del nuevo programa: “Pasó algún tiempo antes de que pudiera reunir el suficiente valor para desempeñar esta labor, pero la hermana Snow me instó a cumplir con mi deber, de modo que, con temor y temblor, me esforcé por hacerlo”. (Mary Isabella Horne, “Address of Mrs. M. Isabella Horne”, Woman’s Exponent, tomo XX, nro. 18, 1 de abril de 1892, pág. 138).
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[5]Leonard J. Arrington, Great Basin Kingdom: An Economic History of the Latter-day Saints, 1830–1900, 1958; reimpreso, Salt Lake City: University of Utah Press, 1993, págs. 195, 235, 251–254. El hermano de Snow, Lorenzo Snow, organizó una exitosa comunidad cooperativa en Brigham City, Territorio de Utah, que comenzó en 1864. Este experimento inicial sentó las bases para posteriores intentos en la década de 1870. (Arrington, Great Basin Kingdom, págs. 324–325).
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[6]Las otras consejeras eran Zina D. H. Young, Margaret T. Smoot, Sarah M. Kimball, Phebe Woodruff y Bathsheba W. Smith. (Susa Young Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Deseret News, 1911, págs. 34, 37).
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[7]El grupo para jóvenes se conoció primero como la Asociación de Moderación para Mujeres Jóvenes; ese nombre cambió más tarde a Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes, y finalmente Mujeres Jóvenes. (Eleventh Ward, Salt Lake Stake, Young Women’s Mutual Improvement Association Minutes and Records, tomo I, 1871–1877, 18 de octubre de 1871, pág. 1, Biblioteca de Historia de la Iglesia [CHL, por sus siglas en inglés]; Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, págs. 150–151; “Death Closes Rich Career of Church Worker, Mother”, Deseret News, 24 de marzo de 1937).
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[8]Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, pág. 36; véase también Jill Mulvay Derr, Janath Russell Cannon y Maureen Ursenbach Beecher, Women of Covenant: The Story of Relief Society, Salt Lake City: Deseret Book, 1992, págs. 114–115. El desarrollo de diferentes niveles de la Sociedad de Socorro y las organizaciones de moderación obedecían a necesidades específicas. A partir de 1867, los barrios organizaban las sociedades de socorro primero, mientras que las reuniones de moderación para mayores se celebraban a nivel más centralizado, y no en los barrios locales. La organización de sociedades de socorro de estaca comenzó en 1877 para coordinar las sociedades de barrio, y la reunión quincenal de moderación más tarde se convirtió en la Mesa Directiva General de la Sociedad de Socorro. Para más información sobre estas organizaciones y las actas de algunas de las primeras reuniones, véase Jill Mulvay Derr, Carol Cornwall Madsen, Kate Holbrook y Matthew J. Grow, editores, The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2016, págs. 338–349, 353–357.
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[9]Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 114.
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[10]Kimball explicó que la clase era en realidad una “sociedad educativa” con instrucción implícita para que las mujeres “hicieran de ella algo que fuera para nuestro beneficio”. (Senior and Junior Cooperative Retrenchment Association, Minutes, Salt Lake City, Territorio de Utah, hojas sueltas, 1871–1874, 11 de octubre de 1872, 42ª reunión, págs. 1–2, Biblioteca de Historia de la Iglesia).
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[11]Al principio de la reunión se leían las actas de las reuniones de la Asociación de Moderación Cooperativa, la Sociedad de Socorro del Barrio Siete de Salt Lake City, la Sociedad de Socorro del Barrio Nueve de Salt Lake City y la Sociedad de Socorro del Barrio Once de Salt Lake City.
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[12]Cuando se bautizó en 1835, a los treinta y tres años de edad, Snow tuvo una experiencia en la que vio una vela con una larga llama directamente sobre sus pies. “Quise conocer la interpretación, y recibí lo siguiente: ‘La luz de la inteligencia iluminará tu senda’. Quedé satisfecha”. (Eliza R. Snow, “Sketch of My Life”, en The Personal Writings of Eliza Roxcy Snow, editado por Maureen Ursenbach Beecher, Logan: Utah State University Press, 2000, pág. 10).
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[13]Cuando era jovencita, Snow aprendió habilidades secretariales al ayudar a su padre en su empresa pública. Su madre consideraba que los quehaceres domésticos eran un importante fundamento para todos los logros femeninos, y sentía que “el conocimiento práctico era la base más sólida de la independencia”. Los padres de Snow les enseñaron a ella y a sus hermanos el valor del trabajo y de la educación; Snow recordaba: “La instrucción que impartían los libros y la escuela estaba siempre presente, entrelazada con cualquier otra destreza, sin omitir la música y el canto”. En Kirtland, en 1836, ella enseñaba en una escuela de niñas. (Snow, “Sketch of My Life”, págs. 6–7, 10).
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[14]Puede que Snow estuviera parafraseando uno de al menos dos discursos que Brigham Young dio en la conferencia general sobre edificar el Reino de Dios por medio del sacrificio y la futura organización de santos selectos en el orden de Enoc. (Brigham Young, 9 de octubre de 1872, en Journal of Discourses, 26 tomos, Liverpool: Varias editoriales, 1855–1886, tomo XV, págs. 158–167, 220–229).
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[15]En el siglo diecinueve, el término paganos hacía referencia a los pueblos sin tradición judeocristiana, y muchas sectas cristianas estaban haciendo proselitismo en países que carecían de una presencia cristiana significativa. Algunos misioneros mormones fueron a lugares como Sudáfrica, China, India y las islas del Pacífico durante la segunda mitad del siglo. (Véanse William R. Hutchison, Errand to the World: American Protestant Thought and Foreign Missions, Chicago: University of Chicago Press, 1987; Rex Thomas Price Jr., “The Mormon Missionary of the Nineteenth Century”, disertación para doctorado, Universidad de Wisconsin–Madison, 1991, pág. 83; y Oxford English Dictionary, sub verbo “heathen” [pagano]).
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[16]Los Santos de los Últimos Días creían que, mediante la participación en las ceremonias del templo y la fidelidad en su vida, podían llegar a ser “reyes y sacerdotes” y “reinas y sacerdotisas” en la eternidad. (Carol Cornwall Madsen, “Mormon Women and the Temple: Toward a New Understanding”, en Sisters in Spirit: Mormon Women in Historical and Cultural Perspective, editado por Maureen Ursenbach Beecher y Lavina Fielding Anderson, Urbana: University of Illinois Press, 1987, págs. 90–91, 102–103).