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Nuestra misión
Asociaciones de Mejoramiento Mutuo de los Hombres Jóvenes y las Mujeres Jóvenes del Barrio Once de Salt Lake City
Salt Lake City, Territorio de Utah
Enero de 1879
Mis jóvenes hermanos y hermanas, todos fuimos enviados aquí, a la tierra, con un propósito, y todos tenemos una misión que cumplir. Es el deber de cada uno de nosotros comprender esa misión. Muchos de nuestros grandes hombres nos han dicho que los espíritus más nobles fueron reservados para venir en estos nuestros días por causa de la grande e imponente obra que se ha de efectuar de preparar la segunda venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo8. Me pregunto cuántos de nosotros nos damos cuenta de que el nuestro es uno de esos espíritus nobles, y si alguna vez nos preguntamos: “¿Estamos honrando nuestro cuerpo y esforzándonos por sujetarlo a ese puro y noble espíritu que en él habita, el cual siempre inspira actos de virtud y santidad, y nos advierte cuando sentimos el impulso de hacer el mal o elegir lo incorrecto?”. ¡Cuán henchido de gratitud a Dios debería estar nuestro corazón por haber reservado para nosotros este gran privilegio que muchos de nuestros antepasados anhelaron disfrutar pero les fue negado!
¡Qué poco conscientes éramos de estas grandes verdades del Evangelio hasta que se instituyeron estas organizaciones para el crecimiento y el desarrollo de los jóvenes!9. Ahora comenzamos a saber quiénes somos, de dónde vinimos y cuál será nuestro destino futuro si somos fieles a Dios y obedecemos todos Sus mandamientos; y no pensemos por un momento que podemos hacer demasiado bien en el poco tiempo que pasaremos aquí, porque solo mediante la máxima diligencia de nuestra parte podremos ganar un lugar en el Reino Celestial10. No solo debemos ser capaces de decir: “No le hemos hecho daño a nadie”, sino que debemos poder decir: “Hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance por impulsar y adelantar la Sion de Dios sobre la tierra, siendo prestos en toda buena palabra y obra”. Asistamos fielmente a todas nuestras reuniones, y procuremos recibir conocimiento de toda fuente disponible, porque el conocimiento es poder, y cuanto más poseamos, más capaces seremos de ayudar en la gran obra de los últimos días.
Todos deseamos ser buenos y útiles; así pues, llevemos nuestros buenos deseos a la práctica, porque hacerlo está en nuestras manos. Es probable que antes de venir aquí hiciésemos convenio con nuestro Padre Celestial de ser activos en la causa de la rectitud si nos concedía el grande e inestimable privilegio de tener un cuerpo sobre la tierra; porque podíamos ver cuán grandes eran las bendiciones que recibiríamos así, las cuales no podríamos obtener de ningún otro modo. Ahora no podemos ver como podíamos entonces, pero tenemos el santo Evangelio para conducirnos y guiarnos a toda verdad, y para enseñarnos de vez en cuando nuestro deber. También somos bendecidos con el sacerdocio viviente, mediante el cual podemos recibir la palabra de Dios, de modo que no andemos a tientas, como en tinieblas. Estas asociaciones fueron organizadas por medio del sacerdocio viviente, y por lo tanto vienen del cielo; y cualquier hombre o mujer joven que asista fielmente a estas reuniones, participando a medida que sean llamados por quienes presiden, avanzarán a paso de gigante, sabrán cuál es su misión, y llegarán a ser grandes y poderosos pilares en la Iglesia de Dios sobre la tierra; y finalmente serán coronados en la presencia de Dios y el Cordero, mientras que aquellos que no tomen parte, o tomando parte eludan su deber, también cosecharán los frutos de sus obras en la carne, y recibirán solo lo que merezcan en justicia. La oración de esta hermana suya es que quienes estamos aquí esta tarde nos vistamos de toda la armadura de rectitud11 y luchemos con valor para vencer el pecado y establecer un reinado de paz sobre la tierra; y que podamos recibir toda la gloria que seamos capaces de disfrutar.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]James Burnham extrajo piedra para el templo de Nauvoo y murió como resultado de un sangrado pulmonar. La familia permaneció en Nauvoo hasta el otoño de 1846, mucho después de que la mayoría de los santos habían partido. Estando en Winter Quarters, Mary Burnham envió a sus dos hijos al Valle del Lago Salado con otra familia, porque ella era incapaz de proveer para ellos. El resto de la familia llegó en octubre de 1852. (Augusta Joyce Crocheron, Representative Women of Deseret, a Book of Biographical Sketches to Accompany the Picture Bearing the Same Title, Salt Lake City: J. C. Graham, 1884, págs. 51–53).
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[2]En el funeral de Freeze, en 1912, Joseph F. Smith la llamó “ministra de amor entre las mujeres jóvenes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Y continuó diciendo: “Ella ha trabajado diligente y seriamente para tratar de persuadir a las hijas de Sion a adquirir un conocimiento de la verdad como el que ella poseía, y sobre el que ella parecía estar firmemente fundada”. (“Address of President Joseph F. Smith Delivered at the Funeral Services of Sister Mary A. Freeze”, Young Woman’s Journal, tomo XXIII, nro. 3, marzo de 1912, pág. 129).
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[3]Susa Young Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Salt Lake City: Deseret News, 1911, pág. 66.
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[4]Gates, History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, pág. 65.
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[5]La primera que tuvo una organización YLMIA de estaca fue la Estaca Salt Lake. (Mary E. Connelly, “Mary A. Freeze”, Young Woman’s Journal, tomo XXIII, nro. 3, marzo de 1912, pág. 125).
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[6]Crocheron, Representative Women of Deseret, pág. 55.
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[7]Connelly, “Mary A. Freeze”, pág. 126.
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[8]Véase Abraham 3:22–23.
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[9]Freeze asistió a varias reuniones de la Sociedad de Moderación para Mayores y registró que, el 8 de enero de 1875, el grupo habló de la importancia de “alentar a las jóvenes en la gran obra que ellas habían comenzado”. (Mary Ann B. Freeze, “Diaries”, 1875–1899, 8 de enero de 1875, Universidad Brigham Young).
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[10]Freeze escribía con frecuencia acerca de la importancia de la diligencia: “Me estoy esforzando por purificarme a mí misma y por guardar todos los mandamientos de Dios, por ser diligente en el desempeño de todo deber que ayude a hacer rodar la gran obra que nuestro Padre ha establecido en los últimos días, para que pueda ser digna de recibir las bendiciones que han sido pronunciadas sobre mi cabeza; porque son grandes y muchas, y sé que las recibiré si soy hallada digna”. (Crocheron, Representative Women of Deseret, pág. 55).
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[11]Véanse 2 Corintios 6:7; y 2 Nefi 1:23.