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El valor de la fe
Conferencia General de la Sociedad de Socorro
Salón de Asambleas, Manzana del Templo, Salt Lake City, Utah
3 de abril de 1926
La falta de fe en el mundo hoy en día, junto con algunas experiencias personales recientes, me ha llevado últimamente a apreciar más que nunca antes el valor de la fe y la gran bendición que es para quienes la poseen.
Estoy segura de que cada mujer de esta audiencia ha pasado pruebas y aflicciones que habrían sido casi insoportables sin la fe en Dios y sin un testimonio del Evangelio, con todo lo que ello abarca.
La fe en nuestro Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo es un punto a su favor para cualquier persona. Le ayuda a ser valiente y audaz, y a desarrollar un carácter positivo y enérgico en lugar de uno negativo y vacilante. Ayuda a tener confianza en uno mismo y en otras personas; a creer en uno mismo y en los demás; a ser generoso con aquellos que están necesitados, y caritativos con los menos afortunados; a ser alegre y optimista, y a tener esperanza.
La fe en el Padre y en el Hijo es una bendición; sí, una de las bendiciones más grandes que una persona puede tener. Como consolador es más trascendental que cualquier otra influencia. Es una fuente de solaz en tiempos de enfermedad, de pesar o desesperación. La fe ayuda a la persona a mantener la calma y a sufrir con relativa entereza cualquier cosa que venga; a ser paciente y a reconciliarse con las circunstancias que no puede controlar. Le ayuda a ser sumiso y humilde, y a poner su confianza en Dios.
La fe en el Padre y en el Hijo implica la creencia en Sus enseñanzas, que incluyen un estado preterrenal y una vida más allá del sepulcro; y para un Santo de los Últimos Días abarca el plan del Evangelio para vida y salvación tal como se nos ha revelado por medio del profeta José Smith12. Una fe y una creencia así ayuda a la persona a desarrollar un plan de vida en un plano más elevado, y a establecer normas de vida nobles, que valgan la pena y vayan de acuerdo con las normas del Evangelio. Ayuda a hacer juicios de valor, a elegir entre las cosas que realmente valen la pena, aquellas que son duraderas y eternas, y aquellas que son temporales y pasajeras. Hace que nos demos cuenta de que la vida es un peldaño hacia una vida superior, y que cuanto mejor sea la vida aquí, mayor será la felicidad aquí y en la vida venidera. La fe llena a quien la posee del deseo de emular la vida del Salvador y de guardar los mandamientos de Dios.
La fe sublime es uno de los más grandes de todos los dones. Declaremos nuestra lealtad a nuestra fe. Que, como algunos dicen, “no haya hombre que pueda destruir mi fe, mi esperanza y mi creencia, y dejarme un pedregal”. Porque he observado que aquellos que no tienen fe y tienden a minar y a destruir la fe de otras personas, nunca, hasta donde yo sé, dejan nada constructivo en su lugar.
No nos dejemos influir por los cínicos, los ateos o los que dudan, ni por la ola de duda y desesperación que cubre la tierra hoy en día13. Aferrémonos a la creencia de que la fe, con buenas obras, es un activo14, un consolador, una bendición; es el poder de Dios para salvación para todos aquellos que creen15. Aferrémonos a la creencia de que la fe es nuestra primogenitura, y no la vendamos por un plato de lentejas16.
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Notas al pie de página
Notas al pie de página
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[1]Amy Brown Lyman, In Retrospect: Autobiography of Amy Brown Lyman (Salt Lake City: General Board of Relief Society, 1945), págs. 36, 42; Belle S. Spafford, “In Memoriam: President Amy Brown Lyman”, Relief Society Magazine, tomo XLVII, nro. 1 (enero de 1960), pág. 47. Las oficinas de la Sociedad de Socorro se ubicaron en el segundo piso del Edificio del Obispo desde 1909 hasta 1956, año en que se dedicó el Edificio de la Sociedad de Socorro. (Relief Society General Board Minutes, tomo II, 1892–1910, 3 de diciembre de 1909, pág. 183, 27 de enero de 1910, pág. 191, Biblioteca de Historia de la Iglesia (CHL, por sus siglas en inglés); Jill Mulvay Derr, Janath Russell Cannon y Maureen Ursenbach Beecher, Women of Covenant: The Story of Relief Society [Salt Lake City: Deseret Book, 1992], págs. 174–177, 197).
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[2]Lyman, In Retrospect, págs. 42–43, 89. Joseph F. Smith sirvió como sexto Presidente de la Iglesia desde 1901 hasta 1918. La petición del presidente Smith a la hermana Lyman de que modernizara las oficinas de la Sociedad de Socorro formaba parte de una tendencia más amplia en la Iglesia de alinearse con las prácticas de la era del progreso. (Dave Hall, A Faded Legacy: Amy Brown Lyman and Mormon Women’s Activism, 1872–1959 [Salt Lake City: University of Utah Press, 2015], págs. 64–65; Matthew Bowman, The Mormon People: The Making of an American Faith [New York: Random House, 2012], págs. 152–183).
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[3]Spafford, “In Memoriam”, pág. 5; [Vera White Pohlman], “In Memoriam: Amy Brown Lyman, 1872–1959, Biographical Summary and Funeral Services”, págs. 10–11, CHL.
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[4]Lyman, In Retrospect, pág. 30.
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[5]David Hall, “Anxiously Engaged: Amy Brown Lyman and Relief Society Charity Work, 1917–45”, Dialogue: A Journal of Mormon Thought, tomo XXVII, nro. 2 (verano de 1994), págs. 76–77; Hall, A Faded Legacy, págs. 48–50; [Pohlman], “In Memoriam”, págs. 12–13.
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[6]Lyman, In Retrospect, pág. 63; Spafford, “In Memoriam”, pág. 46.
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[7]Joseph F. Smith, “Elder Richard R. Lyman Chosen to Fill the Vacancy in the Council of Twelve”, en Eighty-Eighth Annual Conference of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 5–7 de abril de 1918 (Salt Lake City: Deseret News, 1918), pág. 51; Amy Brown Lyman, “Social Service Work in the Relief Society, 1917–1928”, septiembre de 1928, págs. 4–7, CHL; [Pohlman], “In Memoriam”, pág. 13.
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[8]Lyman, In Retrospect, págs. 64–65, 84; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 236. Para obtener más información sobre el desarrollo de los Institutos de Servicios Sociales, véase el capítulo 31 de este libro.
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[9]Lyman, In Retrospect, pág. 83; Derr, Cannon y Beecher, Women of Covenant, pág. 231.
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[10]The Promotion of the Welfare and Hygiene of Maternity and Infancy (Washington DC: United States Government Printing Office, 1931), págs. 134, 138; Loretta L. Hefner, “The National Women’s Relief Society and the U.S. Sheppard-Towner Act”, Utah Historical Quarterly, tomo L, nro. 3 (verano de 1982), págs. 263–264.
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[11]Relief Society General Board Minutes, tomo XV, 1926–1927, 3 de abril de 1926, págs. 21, 29.
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[12]Para un análisis contemporáneo del Plan de Salvación y la vida preterrenal, véase el popular tratado de James E. Talmage sobre teología mormona, The Vitality of Mormonism: Brief Essays on Distinctive Doctrines of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Boston: Gorham Press, 1919), págs. 48–51, 256, 236–238.
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[13]La urbanización, la industrialización y la desilusión de la Primera Guerra Mundial llevaron a los estadounidenses a cuestionarse el ideal victoriano de orden y racionalidad que previamente les había proporcionado consuelo. Para un análisis de las nuevas formas en que los estadounidenses veían el mundo en aquella época, véase Lynn Dumenil, The Modern Temper: American Culture and Society in the 1920s (New York: Hill and Wang, 1995), págs. 145–200.
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[14]Véase Santiago 2:18.
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[15]Véanse Romanos 1:16; y 1 Pedro 1:5.
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[16]Véase Génesis 25:29–34.